Un proyecto impulsado por el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE-CONICET-AVE), la Asociación de Vivienda Económica (AVE), y el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS-CONICET-UNC) alienta acciones para repensar estrategias locales de transición energética en la región de Traslasierra.
El trabajo, que inició; en 2022, promovió el diálogo y la reflexión crítica e integral sobre la transición energética a través del proyecto “Experiencias de mujeres campesinas de Traslasierra: hacia una transición energética justa, participativa y situada” que contó con el financiamiento del Programa MiniGrants 2022, en el marco de la convocatoria Transición Justa en América Latina.
“La energía suele entenderse como un bien de mercado en el sentido que hay un intercambio por dinero, pero nosotras también creemos que se trata de una relación directa entre las personas y su entorno natural. Esto último, pensamos, suele quedar invisibilizado por la mediación económica“ señala Guadalupe Huerta, becaria doctoral de CONICET y una de las directoras del proyecto.
Así, la iniciativa impulsada por investigadoras de CONICET convocó a militantes, artistas y productoras rurales de la Pampa de Pocho, en el noroeste de la provincia de Córdoba, a reflexionar sobre la transición energética y reconocer cómo es el acceso, el uso y el control de la energía en el hábitat rural y campesino.
De los encuentros, talleres y charlas surgieron datos, pensamientos colectivos e información valiosa que se materializó en la cartilla Energías vivas. Desigualdades y gestión comunitaria, un documento de acceso libre y gratuito que pone a disposición los principales resultados de este trabajo.
El documento también busca revalorizar las estrategias, saberes y tecnologías que se ponen en práctica a través del reconocimiento del potencial energético y el vínculo con recursos como el viento, el sol y el monte, además de los animales, la comunidad y los cuerpos de las personas que habitan el territorio.
Además, es un material que permite reflexionar sobre el vínculo entre los cambios en el paisaje rural y la producción de energía. “Las transformaciones en el territorio producidas ya sea por el desmonte, por la concentración de tierra, por los incendios, entre otros, inciden directamente en los modos en que se gestiona la energía en el hábitat rural campesino” comenta Huerta.
Esta cartilla, que fue publicada bajo el sello editorial de AVE, propone reflexionar sobre la transición energética de manera justa, situada y feminista. Justa porque todas las personas deberían tener el acceso al uso de la energía; situada porque hay un reconocimiento del vínculo estrecho con el territorio; y feminista porque las tareas vinculadas al uso de la energía no puede pensarse como una actividad masculinizada.
”En la Pampa de Pocho las mujeres tienen un papel relevante. Por lo general, se hacen cargo o tienen la mayor responsabilidad de las tareas reproductivas y de cuidados, están atentas a que haya leña o gas para calefaccionar, para cocinar; combustible para llevar a los chicos a la escuela, al médico, por ejemplo”, explica Guadalupe.
También, señala que todas estas actividades están atravesadas y dependen del acceso, el uso y el control de algún recurso energético, y su desigualdad recae fuertemente sobre los modos de habitar el territorio, sobre los cuerpos de las personas que habitan el lugar y su tiempo de trabajo.
Este proyecto evidenció la organización colectiva como estrategia central para la gestión de energía en un contexto de desigualdad energética como la que tiene Pampa de Pocho. Así, la coordinación para trasladarse, hacer compras comunitarias, construir, compartir herramientas o un freezer, entre otras acciones, forman parte de un modo de organizar la vida de manera cooperativa, donde la energía ocupa un papel relevante.
Además de las entidades del sistema científico y tecnológico nacional, el proyecto contó con la participación de integrantes de la organización Nuestras Granjas Unidas, un grupo de personas que trabajan la agricultura familiar en la Pampa de Pocho. También, esta experiencia forma parte de uno de los proyectos de la Red de Estudios de Hábitat Rural (RedHaR).